viernes, 9 de agosto de 2013

Cisne blanco / Cisne negro


Para mi querida tía Tania, las sombras enlutaron su vida. 
Descansa en paz ahora que estás en la luz.


A veces te provoca ver una y otra vez la misma película cuando eres niño, lamentablemente no se pierde esa costumbre cuando llegas a la edad adulta.  Es algo que me ocurre con la película el Cisne Negro dirigida por Darren Aronofsky y protagonizada por Natalie Portman y Mila Kunis.

La dulce y perfeccionista bailarina Nina, es convocada a interpretar el papel principal en el Lago de los Cisnes, donde ella personifica al cisne blanco caracterizado por su inocencia y elegancia, y su opuesto el cisne negro que representa la astucia y la sensualidad.  De repente aparece en la escena una rival que posee las cualidades del cisne negro y amenaza con sustituir a Nina.

El director explora la idea del personaje que es acechado por un doble y  finalmente termina tomando su lugar y destruyendo a la bailarina.  


Algunos psicólogos explican que el hecho no es una dualidad en la personalidad, sino más bien que la bailarina al poseer las virtudes del cisne blanco y carecer de las del cisne negro, cae en la psicosis, porque existe un faltante en su personalidad y no lo puede personificar, así “el brote psicótico deviene cuando la persona es llamada a responder desde un significante que no posee”.

En todo caso las actuaciones, el vestuario y los escenarios son hermosos.  Un detalle  que me gusta muchísimo ocurre al final de la película, cuando aparecen los nombres de los actores, es un fondo de plumas blancas en el cual empiezan a aparecer pequeños salpicones de plumas negras, se mira cómo la fuerza de una pequeña pluma que contrasta con el fondo lo ilumina todo y posee mayor carácter.



De pronto recordé a un excelente cisne blanco que ha sabido manejar la luz en forma magistral, Alberto Campo Baeza. El arquitecto afirma que los dos componentes de la arquitectura son la gravedad que construye el espacio y la luz que construye el tiempo.

Basta con mirar la Casa Turégano para entender lo que nos dice o la Caja General de Ahorros de Granada donde se ve plasmada su frase “la arquitectura es pensar  y medir, medir y pensar”; con la bellísima proporción de las columnas en ese espacio iluminado cenitalmente, la luz penetra el espacio como un obsequio, paulatinamente, con pequeños puntos que se abren paso entre las sombras.


A veces las cosas necesitan su opuesto para ser vistas, ¿podría ser apreciada la luz sin la existencia de la oscuridad?  Entonces aprendí a respetar el poder de la sombra.

Viví una época de sombra, literalmente después de la operación de la miopía no podía ver más que imágenes borrosas, me acompañó en esos momentos mi tía querida y escuché un relato que cambió mi percepción de las cosas.  El elogio a la sombra de Junichiro Tanizaki.

Tanizaki en su escrito nos explica el espíritu de la tradición japonesa, donde lo esencial consiste en captar el enigma de la sombra; y cómo en favor de la tecnología el mundo de oriente ha adoptado  costumbres de occidente, opuestas a él.  Así como una joya preciosa pierde sus cualidades al ser expuesta a plena luz,  la belleza pierde su existencia al suprimir los efectos de la sombra.

Este ensayo clásico nos hace comprender todas aquellas sutilezas de la sombra que en occidente simplemente desconocemos, con el detalle  de pequeñas cosas como es tomar la sopa en un “cuenco de laca”, Tanizaki dice: “y sobre todo porque, en cuanto levantas la tapa el líquido encerrado en cerámica te revela inmediatamente su cuerpo y su color.  En cambio, desde que destapas un cuenco de laca hasta que te lo llevas a la boca, experimentas el placer de contemplar en sus profundidades oscuras un líquido cuyo color apenas se distingue del color del continente y que se estanca, silencioso, en el fondo.  Imposible discernir la naturaleza de lo que hay en las tinieblas del cuenco pero tu mano percibe una lenta oscilación fluida, una ligera exudación que cubre los bordes del cuenco y que dice que hay un vapor y el perfume que exhala dicho vapor ofrece un sutil anticipo del sabor del líquido antes de que te llene la boca. ¡Qué placer ese instante, qué diferente del que experimentas ante una sopa presentada en un plato plano y blancuzco de estilo occidental! No resulta muy exagerado afirmar que es un placer de naturaleza mística, con un ligero saborcillo zen.”


En una casa que se encuentra en penumbra, donde existe un espíritu de intimidad y silencio, la luz se puede convertir en un valioso regalo.  Un lugar que se descubre poco a poco, con un cierto aire de misterio, es más estimulante que un lugar lleno de ventanales, donde la luz pierde carácter.  A veces debemos explorar soluciones diferentes,  ¿por qué no pensar un espacio lleno de sombras salpicadas por rayos de luz?

Dejamos de pensar en cajas de vidrio y más bien concebimos una roca que se ha transformado en materia y puede ser tallada extrayendo poco a poco su sustancia y perforándola para que entre la luz en su interior a nuestro antojo; los contornos están en penumbra, sus siluetas son percibidas por un pequeño mechero como el que recuerda Tanizaki.  Pero, únicamente conociendo las cualidades de la luz con la excelencia como lo hace Campo Baeza, podemos comprender la fuerza de las sombras.


En un mundo donde predomina el culto a la luz y la necesidad de ella gracias a los avances tecnológicos, podríamos retroceder al tiempo donde el mundo de oriente rendía culto a la sombra, ¿podrías convertirte en un cisne negro?

domingo, 4 de agosto de 2013

(de otros demonios) memoria de un viaje.

Sobre el valor de las cosas:


“Partimos por el mundo en busca de nuestros sueños e ideales.  Muchas veces ponemos en lugares inaccesibles lo que está al alcance de la mano.  Cuando descubrimos el error, sentimos que hemos perdido el tiempo, buscando lejos lo que estaba cerca.  Nos culpamos por los pasos equivocados, por la búsqueda inútil, por los disgustos que causamos.
Dice el maestro:
Aunque el tesoro esté enterrado en tu casa, sólo lo descubrirás cuando te alejes. Si Pedro no hubiese experimentado el dolor de la negación, no hubiese sido escogido jefe de la iglesia.  Si el hijo pródigo no lo hubiese abandonado todo, no habría sido recibido con honores por su padre.
Hay ciertas cosas en nuestras vidas que tienen un sello que dice: “Sólo te darás cuenta de mi valor cuando me pierdas y luego me recuperes.” No sirve de nada querer acortar el camino.”

Paulo Coelho.


A veces es necesario mirar de lejos nuestra propia vida para poder valorarla. Aunque en realidad sea un viaje muy corto. Y es necesario salir de la ciudad a la que vemos todos los días y a la cual estamos acostumbrados, para ver su evolución.

Inevitablemente recuerdo la imagen de una silueta de la ciudad de Buenos Aires propuesta por Le Corbusier, que me invita a tomar distancia de las cosas, mirarlas de lejos, contemplar una silueta vaga; y poco a poco acercarnos nuevamente para captar sus detalles.  Cuando pintaba sentía esa necesidad de desenfocarme de la imagen y percibir el contorno total, no sé por qué lo hacía.

En la ciudad de Cuenca, afuera de la casa de la abuela, me sorprendió ver la obra terminada de un nuevo parque  realizado por la fundación el Barranco, el Parque de la Madre. No pude evitar calificarlo de minimalista al ver sus líneas simples, su ortogonalidad y ese hermoso detalle de cada objeto. Unas cajas de vidrio cubiertas con una piel de madera, constituyen el ingreso a parqueaderos en el subsuelo. En el suelo una plataforma de madera sobre la cual se asienta una extensa banca de hormigón, no se funde con el jardín más bien se posa sobre él; no es una integración o mimetización, sino una presencia que se exhibe, lo artificial tiene su lugar junto a lo natural pero no se somete a él.


De regreso a la casa de la abuelita, miro que el tiempo ha ido acumulando cosas, hasta saturar el espacio. No es una sobreposición de funciones sino una exacerbación en cada función en cada espacio, donde la circulación pierde importancia. El valor  que encuentro en el lugar no es el exceso, sino el sentido de apropiación que existe en la casa vieja.

Como ocurre con la pátina del material,  el óxido tarda años y es la condición última de éste, los objetos de la casa se van acomodando poco a poco hasta alcanzar una cierta estabilidad y su lugar propio en el espacio.  Se han ido acumulando cosas que constituyen  la memoria de ese lugar, en el cual el arquitecto difícilmente puede intervenir, no le resta más que aceptarlo.

En cierta forma es un manual de uso en el cual mi abuela sabe exactamente donde están las cosas y le ayuda a no perder el rumbo y a convivir con sus objetos – recuerdos  en la vejez.  Así tiene, la “casa”, la terraza convertida en una “hacienda” donde pinta, llora, llora y pinta. La planta baja funciona  como medio de arriendo con un uso incompatible con el de vivienda.

Estaba reflexionando cuando fui interrumpida por la vocecita de mi hijo que me decía: “¿mamá por qué en la casa de la Maru no puedo caminar y hay muchos muebles?”. – Porque las personas cuando nos hacemos viejitas guardamos muchas cosas.

Afuera en cambio, el parque,  es un lugar nuevo, obviamente tiene memoria (la reubicación de tres bustos reconocidos de la ciudad, el nombre del parque, la presencia de un excelente deportista que entrenaba en una pista atlética),  pero es más fuerte el potencial de lo que ese lugar puede llegar a ser, de la mano con la apropiación y el sentido de pertenencia tan importante para los arquitectos se apuesta a un nuevo concepto.

Si el minimalismo busca la simplicidad y la reducción de todo, incluidos los muebles, a lo esencial;  y el ser humano tiene esa tendencia a designar cada espacio de su casa, y con ello en nuestra cultura me refiero a que si tienes un espacio vacío, prontamente piensas en qué objeto puede decorar acertadamente y resaltar ese lugar. ¿Cómo evitar hacerlo? Si el mismo hecho de colocar un nuevo objeto en un lugar vacío es provocador.  ¿Aún me puedo considerar  una arquitecta minimalista?


Cuando uno se despoja de las cosas que no usa,  a veces siente que se ha quitado un peso de encima,  pero ese mismo objeto aferrado a la memoria tantos años, debe ser muy difícil dejarlo ir,  el hecho es permitir  que entre lo nuevo a tu vida y ésta empiece a fluir, o al menos intentarlo.

lunes, 27 de mayo de 2013

Sobre el ingenuo seductor.

Aún retumba en mi memoria la pregunta de mi profesor Arquitecto Boanerges Navarrete, que en paz descanse: ¿Cuál fue el primer arquitecto egipcio? Imhotep, “repitan: el primer arquitecto egipcio fue Imhotep.”

Ahora me pregunto, ¿qué hizo Imhotep?, pues el arquitecto tenía que buscar la manera de sorprender día a día al rey Zoser, para no perder su protección.

Según Maurici Pla, los clientes no existen. “los arquitectos siempre han tenido protectores, unos poderosos mandatarios seducidos por sus dotes personales y por los productos de dichas dotes.  Cuando alguien afirma: “he encontrado a mi arquitecto”, ha ocurrido casi lo mismo que cuando decimos “he encontrado a la mujer de mi vida”.  Los Salk, los Kaufmann, los Guggenheim o los Güell han sido evidentes poderes fácticos seducidos por la personalidad y por las prestaciones de unos arquitectos concretos.  Y, a cambio, dichos arquitectos no han obtenido grandes riquezas, sino más bien el protectorado, siempre condicionado, de estos poderes.  Este hecho explica la imagen ambivalente que el arquitecto tiene todavía hoy en el conjunto de cualquier tejido social: entre el prestigio y la desconfianza, entre la admiración y la incomprensión”.

Porque aunque resulte para algunos difícil de admitir en el fondo actuamos siempre como un “ingenuo seductor”, a veces, muchos arquitectos de renombre mundial se han visto obligados a cubrir con palabras y símiles su arquitectura, siendo la realidad muy diferente y posiblemente más interesante.

Así también, las obras de arquitectura que destacan son aquellas que nos transmiten las sensaciones más elementales del espíritu humano, lo inmensurable.  Un exceso en el detalle y una ofrenda, es decir, una entrega que sobrepasa el límite de lo requerido en un principio.

Josep Quetglas ilustra tan bien lo anterior, cuando explica que recibió una entrega por parte de Francisco Alonso, realizado con tal precisión y detalle que le daba pena abrirlo en una forma inadecuada, agrega “lo que me impresionó no era tanto su precisión, su adecuación a una idea formal, sino su desmesura”. “Des – mesura no significa gran medida, gran tamaño, sino fuera de medida, al margen de la posibilidad de ser medido.”

Un trabajo realizado con devoción y derroche, donde no se piensa en absoluto en la rentabilidad de la producción, sino en la cualidad única de ese único objeto (arquitectónico), de alguna manera busca seducir a quien lo recibe, y ser admirado por el esfuerzo realizado. Aquellos que sentimos esa pasión por diseñar algo fuera del tiempo, donde no existe la entrega inmediata, ni el tiempo es dinero, ¿no somos acaso unos ingenuos seductores?

martes, 23 de abril de 2013

La casa de los fantasmas: De la flexibilidad y el problema del dominio.



“Me gustaría que hubiera lugares estables, inmóviles, intangibles, intocados
y casi intocables, inmutables, arraigados; lugares que fueran referencias,
puntos de partida, principios (...). Tales lugares no existen, y como no
existen el espacio se vuelve pregunta, deja de ser evidencia, deja de estar
incorporado, deja de estar apropiado. El espacio es una duda:
continuamente necesito marcarlo, designarlo, nunca es mío, nunca me es
dado, tengo que conquistarlo (...). El espacio se deshace como la arena que
se desliza entre los dedos. El tiempo se lo lleva y sólo me deja unos
pedazos informes”.

Perec, Georges, Especies de Espacios (1974),
Montesinos, Barcelona, 1999.




Durante algunas noches tuve una pesadilla recurrente: vivía con mi familia en una casa grande y antigua, cada uno tenía su habitación propia, entrada la noche se escuchaba un ruido, a pesar de que era prohibido subir a la planta alta y abrir una puerta, yo lo hacía.  Entonces la casa empezaba a expandirse, cada habitación y cada escalera. De pronto, venían hacia mí muchos fantasmas y me invadía el miedo de no poder encontrar la salida, puesto que me encontraba en medio de un laberinto.


Hace varios años realicé una investigación que se basó en la flexibilidad espacial, cuya aplicación práctica se desarrolló a partir del problema de hacinamiento en la vivienda social. 


En estas soluciones habitacionales el principal error de diseño generalmente radica en que se proponen viviendas unifamiliares que permiten un limitado crecimiento (incremento de una o dos estancias en el interior de la vivienda).  Para resumir, en este tipo de casas cohabitan hasta tres núcleos familiares y cada uno de ellos necesita su espacio propio, como no lo tienen en el interior, empiezan a crecer hacia afuera, invadiendo los límites del lote y afectando a sus vecinos, se produce un deterioro en la imagen urbana y la calidad de vida.


El “arrumaje” en la Vivienda Social es causado, entre otros factores, por la dificultad de las parejas jóvenes de poseer una vivienda propia, así como un método para poder ahorrar y concentrar la fuerza de trabajo en un mismo lugar, donde toda la familia participa en esta forma de vida y posibilita el trabajo con la ayuda de sus propios familiares.


Caracas, Venezuela
Entonces la envolvente edilicia empieza a mutar y cada lapso de tiempo se acomoda a la realidad de sus usuarios. La vivienda ya no es únicamente un lugar de recuperación de fuerza y reposo, sino que es una nueva fuente de ingreso, renta, comercio, vivienda; todas estas tipologías dentro de un mismo espacio. Un espacio hacinado, oscuro y con deficiencias constructivas es el común denominador de la ciudad. 





A simple vista parecería que diseñar una casa flexible no es algo muy complejo, sin embargo requiere de un estricto orden para todas las cosas.  Un excelente ejemplo para comprender la flexibilidad se encuentra en la famosa Casa Schröeder de Gerrit Rietveld, la cual es convertible, versátil y reversible al mismo tiempo, gracias a la acertada disposición de los espacios y a la tabiquería móvil que compartimenta la planta o la deja totalmente libre.   Sin embargo, su mismo autor en algún momento expresa sentirse agobiado de pensar en la función de cada  espacio y rincón de la vivienda: este lugar es para…




La capacidad de designar un lugar es tan intrínseca en el ser humano que apenas la notamos, Georges Perec en su libro “Especies de Espacios”, nos dice: “¿Cómo pensar la nada? ¿Cómo pensar la nada sin poner automáticamente algo alrededor de esa nada, lo cual produce un agujero, en el que rápidamente se va a poner algo, una práctica, una función, un destino, una mirada, una necesidad, una ausencia, un excedente…?”.


Durante el proceso de aprendizaje sobre lo que significa la flexibilidad, encontré que es algo que se planteó hace mucho tiempo, y se lo sigue planteando, pero no tiene la suficiente acogida, las personas nos aferramos a la idea de lo permanente y lo inmutable. Por ejemplo Frank O. Gehry maneja muy bien esta idea, al elevar su arquitectura al nivel de una obra de arte, ésta adquiere esa condición de permanencia.


La cualidad más interesante que poseen los espacios en una casa flexible, es la de ser recintos neutros, es decir con una función no determinada o ambigua. El arquitecto hace contradictoriamente las dos cosas, por un lado Rietveld proyecta y edifica una casa totalmente flexible, estudiando con detenimiento la función de cada espacio; y por otro lado el arquitecto contemporáneo diseña espacios neutros o ambiguos, cediendo al usuario la capacidad de designarlos, dejando establecido por supuesto la ubicación de las áreas servidoras, que funcionan como la columna vertebral del proyecto. 


Finalmente, tarde o temprano ese espacio será designado, ya sea por el arquitecto o por el usuario, una vez más el universo conspira calladamente para que sea el hombre quien le dé un nombre a las cosas.

escalera de Escher

Porque definitivamente el ser humano siempre precisa designar, marcar, conquistar y por qué no Dominar, el espacio. ¿Qué hago con un espacio extraño, que se multiplica infinitamente, al cual no lo puedo designar o del cual no me puedo apropiar? De pronto, comprendí la dificultad de pensar en la flexibilidad per se, comprendí el temor que sentía en la casa de los fantasmas:




“nuestros ojos prefieren 
Que el lugar que hemos de habitar
Tenga una perspectiva geocéntrica,
Que los arquitectos construyan
Un tranquilo espacio euclidiano:
Son mitos agotados, pero ¿quién
Se sentiría en casa en una montura
Que no para de expandirse?”.1






Auden, Wystan Huhg, “Después de leer un manual de física moderna para niños”, en Parad los relojes y otros poemas, Mondadori, Madrir, 1999. Citado en el texto Sin_ tesis de Federico Soriano, Editorial G.G., página 99.






viernes, 5 de abril de 2013

Paredes blancas, muebles de acero y cuero.

Cuando miro la obra de Pawson, con sus paredes blancas y colores neutros, encuentro  que el espacio no puede estar mejor pensado, esa serenidad es todo lo que se debería transmitir con la arquitectura.  Sin embargo, la decoración implica el uso de más colores, más muebles, más texturas, más...  Cuando miro cómo Candice Olsen en su programa televisivo de H&H Diseño Divino, logra esos espacios mágicos y llenos de vida, un conflicto me invade...

La misma Zaha Hadid, halla que la decoración es innecesaria en la arquitectura.  Los arquitectos actuales nos formamos con el más con menos de Campo Baeza y la pureza que ofrece la abstracción.

Witold Rybczynski, en su libro  La Casa, Historia de una idea, dice que "la nostalgia por el pasado suele ser un indicio de descontento con el presente".

El autor  hace un largo recorrido por las transformaciones ocurridas en los hogares europeos y americanos con la lenta incorporación de la tecnología en la forma de vida, con el uso de los orinales y la difícil aceptación del cuarto de baño, considerándose como algo inmundo compartir este espacio con otras personas.  En el siglo XIX, el arquitecto perdió el control sobre el  interior del espacio, al dedicarse únicamente a su diseño, delegando la decoración a los artesanos y tapiceros, sin incorporar ningún adelanto sustancial en el uso o la función de la casa.  


La decoración de interiores finalmente se integró con la arquitectura en el siglo XX. el autor dice: "la disposición del interior ya no quedaba al capricho del propietario; tampoco se permitía que cayera en manos de decoradores de interiores. Un edificio moderno era una experiencia total; no se planteaba sólo la distribución del interior, sino también los materiales de acabado, el mobiliario, los accesorios y la colocación de las sillas.  El resultado fue que las habitaciones tenían una consistencia visual que no se había visto desde el rococó."  y finalmente con mucho acierto agrega: "Los muebles nos lo dicen todo".


En algún momento de la historia, desde que Adolf Loos en 1908 escribió su ensayo "Ornamento y delito", y con el contexto de las crisis de 1929 y la gran depresión, se detuvo la expansión del Art Deco, no se podían dar estos lujos los clientes, y resultaba más sencillo recurrir a la reducción en cuanto a la decoración.


Se atacó al confort directamente y todo el mobiliario canalizó el interés en la innovación con el uso de materiales como el acero y el cuero.  Las sillas reconocidas a nivel mundial como la Barcelona de Mies van der Rohe, y la Wassily proyectada por Marcel Breuer, no suelen ser lo suficientemente cómodas pasada la media hora de estar una persona sentada en ellas.


Personalmente, he vivido este hecho aunque no dispongo de la famosa silla barcelona.  Remplacé mi butaca individual, por una muy vistosa de tapiz rojo, grande, con respaldar de madera vista y sin apoya brazos, el costo fue relativamente caro.  Temía que las visitas tengan mucho deseo de sentarse todo el tiempo en dicha silla, pero para mi sorpresa, todas las visitas huyen de sentarse en la misma, y pasado cierto tiempo se levantan porque resulta demasiado  incómoda.  Lo que no ocurre con los demás muebles, que por su comodidad, invitan a la conversación extensa y el relax.


He comprobado que a los diseñadores contemporáneos no nos interesan las variaciones, los arquitectos nos formamos con un culto a la innovación. ¿Qué ocurriría si la silla barcelona o la Wassily  fueran repensadas o re-elaboradas?.


Los arquitectos actualmente, a excepción de grandes talentos como Pawson, dejamos al libre albedrío del cliente, la decoración de los espacios, incluso nuestra sesión fotográfica llega hasta la culminación de la obra arquitectónica, ni un minuto más, por temor a una posible decoración discordante y la personalización de su propio hogar.


Pienso que debemos ser un poco como Louis Kahn en su interés por el mobiliario existente del cliente, se dice que él realizaba un inventario del mismo antes de diseñar la casa.


Actualmente me encuentro realizando la ampliación de una vivienda, cuyos clientes tienen especial afición por las peceras; se potenciará el espacio destinado al nuevo hall de ingreso creando un lugar para las mismas, de modo que el cliente diga: este soy yo, esto me gusta y se identifique con el proyecto.  Aunque personalmente, tengo un poco de sentimentalismo por los animales y de hecho no me gustan las peceras.


Los grandes proyectos de arquitectura, justamente lo son porque tienen consistencia, si tan sólo buscásemos un poco de consistencia, el espacio adquiriría esa dimensión exquisita de las grandes obras, pero para lograr todo ello no podemos dejar algo tan accesorio como la disposición y la selección de materiales al azahar.  


Así mismo al diseñar una casa, nuestros criterios no pueden entrar en conflicto con el cliente, por ejemplo, para mí  la cocina de una casa es un accesorio del espacio de la sala y comedor, viene a ser como un mueble más (lo que llaman cocina tipo americana, abierta al comedor); pero para los clientes del medio en el que me encuentro, Quito, la cocina requiere de un espacio separado del área social; a muchas mujeres no les gusta ser vistas mientras preparan los alimentos.


Finalmente, les dejo planteadas algunas preguntas para reflexionar al respecto sobre  la decoración y la arquitectura, ¿será que en algún momento nos ponemos de acuerdo?;¿Dejamos en manos del cliente la decoración o detallamos hasta la última lámpara del techo?; ¿buscamos lo nuevo o volvemos nuestra mirada hacia el confort de los muebles del siglo pasado?; ¿buscamos la pureza y la abstracción del blanco, aunque el interior sea un derroche de color, texturas y tapices?; ¿cómo crearemos consistencia con nuestra obra de arquitectura?.